Hay una ciudad, Varsovia, donde cada primero de agosto a las 17h se detiene cualquier actividad y se recuerda por un minuto, en silencio, a los héroes que a la misma hora el 1 de agosto de 1944 decidieron luchar por liberar su capital de las manos de los invasores nazis. La población, cada aniversario, guarda silencio y no se escucha nada salvo el sonido de las sirenas, tal y como se escuchó aquel día.
A mucha distancia de Varsovia existe otro lugar, mucho mas familiar para mi. Se trata del sótano de la casa de mi familia. En ese sótano, y junto a muchos otros objetos, se acumulan también antiguas diapositivas del alzamiento de Varsovia junto a aun viejo proyector ruso que tras funcionar 5 minutos empieza a oler a quemado.
De estos dos lugares nace un proyecto que quiere dar vida de nuevo a estas imágenes, proyectándolas sobre un cuerpo vivo para volver a tomar las fotografías y evitar así que caigan en el olvido.